lunes,
25 marzo
La producción local y el comercio, las bellezas naturales, los ríos y hasta
la última morada de los xochimilcas están en riesgo de convertirse en bienes
comerciales al servicio de quien pueda pagarlos, en vez de permanecer
–como ha sido por centenares de años- como patrimonio comunitario,
señalaron los pobladores que se unieron a la caravana que recorrió cuatro
pueblos de esta delegación para difundir información sobre estas problemáticas.
Los embates contra los bienes comunitarios
materiales e inmateriales vienen por varios frentes, denuncian los habitantes
inconformes: la imposición de un megacentro comercial Chedraui en el pueblo
Santiago Tepalcatlalpan, la invasión de decisiones comunitarias por parte de
los grupos partidistas, privatizaciones silenciosas de panteones, un
megaproyecto ecoturístico en el pueblo San Gregorio Atlapulco, del que no han
sido oficialmente informados, además de la contaminación de sus fuentes de
agua, son algunas de las denuncias que se recogieron a lo largo de una caravana
de información por cuatro pueblos de Xochimilco que organizaron decenas de
pobladores: estudiantes, locatarios del mercado, campesinos, integrantes de
círculos de estudios.
Los pobladores, que se reivindican como pueblos
originarios –aunque, denuncian, desde el gobierno perredista de Andrés Manuel
López Obrador se les dejó de considerar así- apelan al respeto de sus derechos
colectivos y a la conciencia de los vecinos para detener la avalancha de
proyectos. La caravana pasó el 23 de marzo por Santiago Tepalcatlalpan, Santa
Cruz Xochitepec, Santa Cruz Acalpixca y San Gregorio Atlapulco –que, remarcan
sus habitantes, posee títulos virreinales que lo acreditan como pueblo
indígena. Los otros pueblos que conforman Xochimilco –además de los 18 barrios
y 20 colonias- son Santa María Tepepan, San Mateo Xalpa, San Lorenzo Atemoaya,
San Lucas Xochimanca, San Francisco Tlalnepantla, Santa María Nativitas,
Santiago Tulyehualco, San Luis Tlaxialtemalco, San Andrés Ahuayucan y Santa
Cecilia Tepetlapa.
Xochimilco, además de sus chinampas –estructuras de
tierra ideadas desde tiempos precolombinos para ganar terreno a los canales y
al lago-, famosas entre el turismo, es un territorio donde la identidad es
todavía fuerte, señala Alberto Guerra, conocido entre los pobladores como El
Profe. Las fiestas comunales son sumamente importantes, como la del Niñopá,
aunque cada lugar tiene su santo.
Se guarda como parte de la identidad la memoria de
la lucha revolucionaria zapatista: “Yo ya
rescaté los nombres de más de cien zapatistas, estamos viendo qué hacemos pero
sin que se meta el gobierno, porque nada más se aprovecha de estas cosas”.
Guerra ha participado en las iniciativas del EZLN como la Convención Nacional
Democrática y el Congreso Nacional Indígena. Aunque fue fundador del Partido de
la Revolución Democrática (PRD), lo corrieron cuando le reclamó a Jesús Ortega
su traición a todos pueblos indígenas del país al rechazar la firma de la Ley
Cocopa, “porque indígenas no son nada más
los de Chiapas o de Oaxaca, que no se les olvide”, señala con firmeza.
Un centro comercial ilegal y destructor
“Esta clausura se convertirá
en real y definitiva”, proclama un orador durante el cierre simbólico de las obras para edificar
un gigantesco Chedraui en la carretera a San Pablo, dentro del pueblo de
Santiago. Los caravaneros sostienen mantas que dicen: “Alto al embate de las trasnacionales contra los pueblos indígenas”;
volantean a automovilistas y transeúntes y gritan “No al Chedraui”, mientras los más pequeños se refugian del sol y
un pequeño intento de provocación se desmonta cuando se descubre que el agresor
no es originario de ninguno de los pueblos. Parece que ahí todos se conocen.
Los pobladores que realizaron la caravana señalan
por lo menos menos cinco problemas que tiene la construcción de la tienda de
autoservicio Chedraui, que de concretarse abarcaría 16 mil metros cuadrados de
construcción.
Xochimilco, señala Felipe Rosas, de San Mateo
Xalpa, se caracteriza por ser un lugar de productores de alimentos y
comerciantes. Con la instalación del Chedraui, acusan los opositores, los
característicos mercados locales de los pueblos de Xochimilco desaparecerían y,
con ellos, las fuentes de ingresos de centenares de pobladores, tanto
chinamperos como locatarios. “Acá todavía
hay gente que producimos verdolaga, chiles, rabanitos, lo que se puede en la
chinampa”, señala el ingeniero Ángel Guerra, veterano de las luchas
indígenas en esta delegación.
Habitantes de los cuatro pueblos por los que
atravesó la caravana coinciden en que sufren falta de agua, pese a que la zona
surte del líquido al Distrito Federal. La mega tienda de autoservicio, lamentan
los opositores, colapsará ese servicio, además del drenaje y el tráfico que ya
se registra en la zona, pues la calle sobre la que se asentará es de solamente
dos carriles.
Otro punto negativo es la ilegalidad de la obra,
que –“como muchas construcciones del
Distrito Federal”, acusa el volante repartido durante la caravana- no
cuenta con los permisos suficientes para ser construida. Los habitantes se
enteraron del proyecto hasta que vieron a los obreros y las máquinas
trabajando, señala Juan Manuel. Fueron los trabajadores quienes les informaron
lo que se construiría en su pueblo. El delegado primero negó tener conocimiento
de la obra, y posteriormente la defendió alegando que los Chedraui también
tienen derecho y que generarían empleos, informaron vecinos.
La Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda
(Seduvi) concedió cambio de uso de suelo del lugar a mixto (habitacional y
comercial) pero, señala Juan Manuel Pérez, por la gran área que abarca necesita
más trámites, como presentar estudios de impacto ambiental y urbano, cosa que
no ha sucedido.
La demolición de las instalaciones que existían
anteriormente comenzó sin los permisos necesarios hace cuatro meses. Tras una
manifestación vecinal se suspendió, pero hace un mes se reanudaron los trabajos
sin licencia a la vista. El contubernio del gobierno delegacional se demuestra
porque aunque los constructores pidieron permiso para 11 mil metros cuadrados,
la delegación les otorgó el permiso para 16 mil, denuncian los vecinos; además,
permite que la demolición avance sin permisos y promueve la división vecinal
para apoyar a la empresa.
Francisco Luna, originario de Xochimilco, declara
que por ser la zona Patrimonio Cultural de la Humanidad, no está permitido
construir tiendas de autoservicio. Para burlar la prohibición, la autorización
de cambio de uso de suelo asentó que se permite edificar una tienda
departamental, a pesar de que Chedraui señala en su página de internet que su
naturaleza es la de una tienda de autoservicio.
Otra afectación que temen los pobladores se refiere
al cambio en la alimentación, ya que se inundaría la zona de productos chatarra
y transgénicos, en vez de los alimentos que los mismos xochimilcas cultivan “y son orgánicos”, aclara un orador.
También se señala que por cada empleo que genere el Chedraui –extenuante y con
salario insuficiente, en caso de que sea pagado, precisan los opositores- se
destruirán diez empleos locales.
El dueño de la cadena de autoservicios, Antonio
Chedraui, entró este año a la lista Forbes de multimillonarios. Rosas señaló
que “estamos hartos de que estos ricos
sean cada vez más ricos, a costa del despojo a los pueblos, y que lo pobres
seamos cada vez más pobres”.
Finalmente, señala un poblador, quien quiera
comprar en ese tipo de tiendas puede ir a la vecina Villa Coapa, donde ya están
instaladas.
Hasta los muertos…
Para los pobladores de los 14 pueblos de Xochimilco, la muerte es una etapa
importante porque simboliza el paso al otro mundo. Se practican rituales para
despedir al difunto que tienen como punto importante el “descanso”, una plataforma de mármol construida con trabajo
comunitario donde se hace “el último
rito”, señala Octavio Olvera, habitante de pueblo de Santiago.
En Xochimilco funcionan panteones generales,
delegacionales y vecinales; el panteón vecinal de Santiago, comprado y
edificado en más del 80 por ciento por trabajo comunitario, enfrenta un proceso
de apropiación y privatización por parte de la delegación, aunque en teoría el
manejo lo hace la comunidad.
Con la venia del Comité Vecinal –en el que se
colocaron militantes y simpatizantes del Partido de la Revolución Democrática
(PRD), que se negaron a entregar la administración a un nuevo comité elector por
la asamblea-, las autoridades delegacionales quitaron la perpetuidad, por lo
que ahora los difuntos sólo pueden estar siete años en su tumba; permitieron
lotificaciones de mayor tamaño al permitido, alterando la igualdad de la que
gozan los habitantes a la hora de su último reposo; venden espacios a personas
no originarias, quienes son las que tienen derecho al panteón vecinal, y
realizan cobros dobles e indebidos a los familiares.
Olvera señala que este lento proceso de despojo,
iniciado en 2007 y que alterará los ritos al tener que pedir permiso y porque
se invaden áreas donde se realizaban, es solamente el comienzo pues van por los
cementerios de todos los pueblos. Además es ilegal, pues “la norma 29 señala que la delegación no puede meter mano en la
administración” y sabiéndolo, las autoridades invaden competencias de los
habitantes.
Detrás de esto, señalan, está Uriel González
Monzón, quien ya en su administración como delegado intentó privatizar los
panteones y ahora está en la Secretaría de Obras de la delegación. Aunque es
originario de Santiago, el funcionario “es
una vergüenza, no respeta los usos y costumbres y ha destruido grupos de
trabajo vecinales”, exclama Octavio Olvera.
En un recorrido de Desinformémonos por el panteón de Santiago ya se observan
mausoleos de mayor tamaño que el establecido por los pobladores, que destacan
por encima de las tumbas más sencillas donde están algunas familias
conviviendo. También se le señala el lugar donde se ubican los nichos,
construidos violando la Ley de Panteones pues no están sobre la barda, además
de lugar “apartado” para González
Monzón.
“Ya ni muertos nos van a dejar en paz estos ignorantes”, concluye Olvera.
El megaproyecto
Sin consulta o información previa, el gobierno del Distrito Federal planea
un megacorredor turístico que comenzará en la delegación Tláhuac y llegará al
pueblo San Gregorio Atlapulco, denuncian los vecinos. Sin revelar el origen de
los papeles que muestran partes del proyecto dentro de tierras ejidales y
chinampas, los pobladores señalan que se construiría un enorme acuario, una
ciclopista, jardines flotantes y un museo.
Los opositores se preguntan a dónde irían a parar
de consumarse este proyecto. “No es que
no estemos de acuerdo con el desarrollo, pero sí queremos que sea de acuerdo
con los usos y costumbres de acá”, precisa Francisco Luna.
La imposición de autoridades
Los oradores en cada pueblo denuncian que para facilitar la privatización
de ámbitos públicos, las autoridades de la delegación Xochimilco se valen de
imponer a personas afines en las Coordinaciones Territoriales, órganos de
gobierno local que sustituyen al Municipio Libre, y cuyo representante se elige
por voto directo. En el caso de los pueblos y barrios de Xochimilco, sustituyen
a las asambleas y otras formas de elección tradicional de autoridades, señala
el antropólogo Mario Olvera.
En las elecciones de 2013 la delegación se valió de
la compra de votos, acusan los inconformes. Los vecinos de algunos pueblos se
sintieron ofendidos (“y además nos
pusieron a los peores”, acusa el doctor Benito Arriaga) y en Santiago
Tepalcatlalpa y Santa Cruz Acalpixca se instalaron plantones de protesta. En
Acalpixca los pobladores mantienen tomadas las instalaciones de la
Coordinación, y una de las señoras, que durante la visita
de Desinformémonos limpia pollo para la comida del plantón, señala
que de por sí los coordinadores no hacen nada. “¿Por qué nos imponen coordinadores? Nosotros estamos acostumbrados a
funcionar por comisiones”, agrega.
Los candidatos oficialistas, para intimidar a los
inconformes, llegan a las elecciones con gente de los asentamientos irregulares
en zonas protegidas de la demarcación, que ellos mismos promueven y protegen,
acusan los pobladores. No saben muy bien en qué quedará todo, pero, piensan las
señoras, para lo que hace el coordinador, “mejor
lo haríamos nosotras”.
El deterioro de Xochimilco, del que se lamentan
prácticamente todos los entrevistados, incluye también la contaminación del río
Santiago y el río San Lucas por los desechos del Reclusorio Sur (de hecho, es
la única corriente que lleva el río porque el agua limpia se entubó); el bajo
nivel del agua de los canales que surten a las chinampas; la contaminación de
los canales, de los que todavía hace 50 años saltaban ranas hacia las
trajineras –las barcas tradicionales- y con eso se juntaba para comer, la
delincuencia y drogadicción juveniles derivadas de la falta de empleos y de la
privatización de los deportivos públicos (“hasta
400 pesos les cobran por el partido de futbol”, denuncia Alberto Guerra),
entre otros temas que preocupan a los habitantes.
Estos problemas, señalan en el acto, no son cosa de
uno sólo de los pueblos; afectarán al conjunto de originarios y avecindados de
Xochimilco. “Esto apenas empieza”,
sentenció uno de los oradores en el mitin.
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